martes, 12 de julio de 2011

4. Hayley: 1er día.

Abrí los ojos. Era ya de día. Tenía las sabanas pegadas a mi cuerpo por el sudor. Por mi cabeza pasaban imágenes borrosas de la noche anterior. Miré el reloj: las 6:30. Mis padres ya se habrían levantado. Me costó levantarme pero lo hice: hoy era el primer día de clase. Bueno, en verdad el segundo para los demás estudiantes. Cogí mi albornoz de la silla y fui hacia mi baño. La ducha acabó de despertarme del todo; después, me dirigí a mi fabuloso armario; sonaba la canción de Secrets, (one Republic) y me decidí poner unos pitillos y una camiseta asimétrica oscura, a conjunto con unos peep-toe negros. Como complementos, me decidí por mi anillo plateado y unos pendientes de aro del mismo color, y como no, mis Rayban oscuras. Me miré tres veces al espejo para asegurarme de que no llevaba nada mal combinado y bajé a la cocina: eran las 7:05. Hoy había huevos fritos, salchichas y pan para celebrar nuestro primer día de curso, aunque yo me decanté por unos cereales con leche y un zumo de naranja.
-¡Buenos días!
-Buenos días a todos.
Àngelo comía con afán su comida, al igual que Maxi. Estaban hambrientos, y se les notaba. Papá se iba en ése momento.
-Adiós, hijos que os vaya bien el día.
-Adiós papá.-respondimos todos.
Mi padre nos dio un beso en la mejilla a todos y luego besó con cariño a mamá. Luego cerró la puerta de la cocina y todos oímos de fondo la puerta de la calle como se cerraba.
-Hayley, ¿puedes acercar a Maxi al colegio? Es que aún no tengo coche.
-Claro, mamá.-en ese momento ya me había comido mi desayuno. Dejé el bol y el vaso en la pica y le dije a mi hermano-Vamos enano que llegaremos tarde.
-Sí, ¡qué bien! ¡Por fin subiré a tu moto!
-Bueno, vale pero estate quieto. Adiós mamá. Adiós, Àngelo.
-Adiós.
Cogí mi bolso y las llaves de la moto. Al salir, le di mi casco a Maxi, que se lo puso la mar de contento.
-Agárrate, feo.
-Vale, ¡pero no me digas feo!
Me subí a mi moto, con Maxi agarrado a mi cintura, y la encendí. Salí del garaje y me perdí entre el tráfico de la ciudad. Las calles estaban llenas de estudiantes que iban al instituto; Maxi y yo nos reímos de la pintas de alguna chica que pasaba por el paso de peatones cuando estábamos en el semáforo. Hablamos de empezar en un sitio nuevo, de nuevos amigos, del deporte que hará en la nueva escuela… Y llegamos. Le doy un beso en la mejilla ante todo el mundo para hacerle enrabiar, pero sé que me perdonará: nos llevamos bastante bien. La escuela está llena de niños que gritan, que corren, que lloriquean… que estrés. Maxi se va hacia el que es su grupo escolar y cuando veo que empieza a hablar con otros chicos arranco la moto y me voy hacia mi escuela. Son las 7:47. Me da tiempo de sobras.
Cuando llego solo han pasado 5 minutos. El instituto está lleno de estudiantes con libros, mochilas… me dirijo al aparcamiento de vehículos, donde dejo mi casco enganchado a la moto. Al coger el bolso, se me caen las llaves de casa en el suelo, pero cuando voy a agacharme, una mano es más rápida que la mía y las coge antes que yo. Miro sorprendida a quién tengo delante: es un chico.
-Hola.
-Eh… hola, supongo-respondo.
-¿Cómo que supones?-me contesta con una sonrisa-¿Eres nueva?
Me fijo más en él. Es moreno, tiene los ojos verdes, y parece fuerte y robusto. Y un poco pesado.
-Eh…sí supongo que sí.
-¿Supones mucho, no?
-Sí.
-Vale, ¿quieres que te enseñe el colegio?
-Ni siquiera sé cómo te llamas… ¿Cómo puedo confiar en ti?
-Mi nombre no es importante.
-Bueno, pues a mí sí me importa. ¿Cómo quieres que te hable?
-¿Quieres que te enseñe el colegio?
-Ya me estás cambiando de tema. Pues no quiero, gracias. Me espabilaré muy bien yo sola.
-Está bien, está bien…adiós desconocida.
“Adiós pesado” murmuro para mis adentros mientras me giro. Sé hacer muy bien las cosas yo solita. Entonces me acuerdo de algo, y me giro para hablar con el chico que estaba hablando conmigo pero ya no está.
-Mierda, tiene mis llaves de casa. Al entrar en la escuela estoy muy desorientada. Tengo un mapa en las manos pero no entiendo nada de nada; solo descifro en ese montón de letra apretada que mi taquilla está en el pasillo B, que es la número 24 y que mi contraseña es 12214. Lo demás me da palo leerlo. Mientras me dirijo hacia el pasillo "B". Diviso a la que parece ser Katie en el pasillo. La verdad es que me tranquiliza que esté allí. No conozco a nadie más y Jess parece que no está cerca.
-¡Hey!-me saluda.
-Hola-respondo con una sonrisa.
-¿Cómo va todo?
-Bien, bien. Estoy buscando mi taquilla-en verdad ni me había planteado buscarla.
-Uff, dime qué número tienes.
Rebusqué en los papeles hasta ver que mi taquilla era la 259.
-Tengo la taquilla 259.
-¿Ah sí? Yo tengo la 257. ¿Y te acuerdas de Jess? Ella tiene la 255. Sígueme.
Katie me marea por los pasillos. Me topo con gente que se me queda mirando como si fuera un extraterrestre. Ella sigue impasible al resto de miradas. Voy dejando una multitud de ojos clavados en mi nuca detrás hasta llegar a las que serían nuestras taquillas. Pongo la combinación correspondiente, y al abrirla veo lo deprimente que es: tendría que traer fotos o algo por el estilo si no quería que cada mañana al abrirla me deprimiera. Lo primero que haría sería colocar un grande espejo en la puerta para poderme arreglar entre horas. ¡Odio que la raya de los ojos se me difumine! Katie está mirando su bb cuando acabo de dejar los libros innecesarios en mi “taquilla”.
-Pásame tu pin-le digo señalando el teléfono.
Me va dictando los dígitos y letras.
-Ven, vamos a hacernos una foto juntas.- me dice sacando la bb y acercándose hacia mí.
No sé exactamente qué pose o qué cara hacer así que opto por una de mis sonrisas normales. Katie és muy guapa, no sé qué hacer para no sentirme inferior. No nos parecemos en nada. Y nos hacemos la foto que rápidamente se apresura a colgar en el facebook. Entonces aparece Jess. ¡Qué alegría! Otra cara conocida...
-Hola Hayley, pásame tu pin de la bb.
-Claro, mira, es este.-Se lo deletreo.-alguien del pasillo me empuja al pasar.
-Perdona, ¿Sabes dónde está clase de historia?
-¡¿Haces clase de historia?! Como yo-me responde muy contenta.
La verdad es que me caen muy bien Katie y Jess. Había llegado a pensar que me pasaría el 1er trimestre sola, pero no había sido así por suerte.
Nos dirigimos a clase de historia no sin antes despedirme de Katie. La clase consiste en la Revolución Francesa aunque no presto mucha atención ya que me la sé de memoria. Hablo con Katie y con Jess nos vamos pasando notitas en clase: tiene una letra bastante peculiar, pero me gusta. Cuando estoy explicando a Katie sobre dónde había vivido, que éste colegio no estaba tan mal, me pregunta por la familia: le digo que tengo dos hermanos, uno mayor que yo y otro menor. Me sale una solicitud de amistad. Nombre: Fabian. Acepto.
“Hla, levnta la cabza, dscnocida”
Y lo hago. Veo a un chico, al otro lado de la clase sonriéndome. Es el mismo que el del aparcamiento. Tiene algo en una mano: mis llaves de casa.
“Vas muy mudada xa ir al cole,¿ no?”
Respondo:”Voy como quiero.qin t a dado mi pin?”
“Nadie. Lo e oído por ahí…”
“Tu me as empujao n l pasillo!”
“quieres ts llaves? Pues ven a bscarlas…”
Se acaba el incordio de clase. Cuando Dianna no mira me voy al chico, Fabian.
-Bueno, mis llaves.
-Pero qué borde puedes llegar a ser…
-Sólo quiero mis llaves. Me has dicho que venga y he venido.
-Bueno, toma…
Le arranco de la mano las llaves y me voy.
-Adiós, ¿eh? Ya nos veremos.
Pero qué morro tiene la gente… Me voy hacia el pasillo cagándome en el tío ese… ¿cómo se llamaba? Ah sí Fabio… ¡no! Fabian…bah… ¡qué rabia!
Al salir de clase Dianna y yo vamos hablando de cosas simples hasta que divisamos a Katie en la máquina de bebidas.
-¡Hola chicas!-nos dice Katie.
-¡Hola Katie!-respondo con entusiasmo.
-Hola- dice Dianna mientras sonríe.
-¿Cómo va todo?
-Acabamos de llegar de clase de historia.
-¿Y cómo ha ido?
-Bien. ¿Cómo lleváis las tardes de ocupadas?-contesto.
-Pues bastante libres, porqué no hay mucho que estudiar, acabamos de empezar el trimestre- explica Dianna.
-Sí, es verdad. ¿Qué calor hace hoy, no?- dice Katie.
-Ya ves.
-¿Queréis venir a mi piscina?-intervengo. Me han caído bien. Quiero que vengan a mi casa un rato.
-¿Tienes piscina?- me pregunta Katie.
-¡Sí!-digo.
-¡Oh, qué bien!-contesta Dianna- ¿Dónde vives?
-En Via Corso de Génova, 8.
-¿A qué hora quedamos?
-¿Os va bien a las 5?
-Estupendo.
Seguimos las rutinarias clases, aunque me distraigo más con la bb que no con otra cosa. Al acabar, dejo las cosas en la taquilla, me voy a por mi moto y me encuentro a alguien detrás de mí. Es… Fabian.
-¿No quieres tus llaves?
-Ya las tengo, gracias-digo sin mirarle y cogiendo mi casco personalizado para la moto.
-¿Tienes que hacer algo esta tarde?
-Sí.
-¿Y mañana?
-También.
-¿Y pasado?
-Mira, para ti tengo todos los días ocupados-le digo subiéndome a la moto-vete a tirarle los trastos a otra gilipollas.
Y me voy dejándole ahí tirado. Al llegar a casa, está Angelo comiendo cualquier cosa en la cocina. Yo me preparo una ensalada y pollo a la plancha. Me siento junto a él.
-¿Qué tal tu primer día de clase?-le pregunto.
-Bueno, podía ser mejor. Pero bien. He conocido un par de tíos y bueno tenían What’sApp así que nos hemos pasado los teléfonos.
-¿Quiénes son? Por curiosidad.
-Luca y Fabian.- ¿Fabian? MIERDA.-este último tiene una bb tope rara. Es de color azul marino.
-¿Ah sí? Qué bien-dije cagándome en el tío.-bueno me voy a cambiar.
-¿Vas a ir a la piscina?
-Sí, y vienen unas amigas así que cuando vengan, las abres.
-Eh, que no soy tu chacho ¿eh?
-Calla.
Me voy a mi cuarto. Las ventanas estaban abiertas. El sol lo iluminaba todo. Me puse mi bañador negro que quedaba fenomenal con mi bronceado y una camisa ligera de playa. Hablé con gente por la bb hasta que me aburrí, así que me estiré en mi gran cama a escuchar música de mi Ipod. De golpe, sonó el timbre. ¿Ya eran las 5? Me esperé a que llegaran mis invitadas mirando el teléfono hasta que entró Katie. Solo Katie. Mi hermano se quedó fuera. Me preguntaba dónde estaría Dianna.
-¡Hola Katie!- sonrío.
-Hola.
Me pongo a dar vueltas en mi habitación buscando mis gafas de sol y la toalla.
-Dianna dice que llegará en 10 minutos- dijo.
-Ponte en bikini que es mejor que vayamos ya para fuera.-digo.
Dejó su bolso marrón y su ropa en mi cama.
-Me gusta tu bikini- dijo.
-Gracias. A mí el tuyo, tienes un buen cuerpo, eh. ¿Qué tienes muchos rollos?-me interesé en saber más de ella.
-Bueno, mi cuerpo no es nada del otro mundo comparado con el tuyo, eh! Y los chicos son como tazos, los colecciono.
Reímos al mismo tiempo.
-¿Y eso?
-Porqué son todos unos capullos.
-Sí, bueno.
-Seguro que tú eres más seria, no creo que te vayan a criticar tanto como lo hacen conmigo.-me dice.
-¿Sí?
-Sí, tienes cara de santa. Seguro que los chicos te irán detrás a pares.
-Bueno, me acabo de mudar y todavía no he conocido a ningún chico.-mentí, pero no sabía cómo explicarle lo de Fabian. Se lo contaría más adelante.
-Yo he aprendido a pensar como uno de ellos, utilizarlos de manera que te den lo que quieres y después dejarlos tirados.
-Anda, mujer, seguro que eso antes no lo hacías.
-No, porque antes estaba enamorada.
-¿Te rompieron el corazón?
-Lo siguiente. Me sentí tan estúpida por haber sido engañada que pensé en hacer lo mismo que me habían hecho. Ahora soy libre para hacer lo que quiera, cuando quiera y con quien quiera. Me gusta estar soltera, pero a veces necesito alguien que me diga que me quiere.
-Bueno, te entiendo.-su forma de pensar me gustaba. Diferente. Radical. Llegamos a la piscina.
-Me alegro de haberte conocido, no pareces la típica tonta. Pareces segura de ti misma, me gusta. Eres muy simpática.
-Gracias. Tú también me has caído bien desde el principio. Una pregunta de curiosidad...
-Dime.
-El camarero de la otra noche, mmmmm…
-Estube con él toda la noche. Dios mío, es genial.
Empezamos a reír. Entonces llegó Dianna. Fuimos las dos a abrirle la puerta.
-Hola- dijo Jess.
-Hola- dijimos a unísono Katie y yo.
-Oye,¿ tengo sed, te importa si cojo un vaso de agua?
-No, tranquila, la cocina está por allí, a mano derecha, sírvete como si estuvieses en tu casa. Te esperamos en la piscina.
-Estupendo, ahora vuelvo-me dice Katie.
Le enseño un poco la casa y nos dirigimos a la piscina Dianna y yo:
-¿Y que, tienes novio?
- No en este momento.
- ¿Y eso? ¡Con lo guapa que eres!
-Yo no pienso lo mismo. ¿Y tú que tal?
-¿ Que tal de que?
- Eres muy guapa. Seguro que te van muchos al detrás.
- Jajajaja, con Katie es imposible, se los lleva todos. Atrae mucho.
- Es que es guapa. ¿Se los lleva todos? No lo parece.
- Tiene mucho éxito, es más abierta que yo. Yo soy algo tímida... y fea.
-¿Fea? Madre mía, tú no te ves bien, si no se fijan en ti es porque vales demasiado y no se atreven a pedírtelo.
- Jaajajaj seguro.
Entonces llega Katie haciendo carrerilla y se tira a la piscina diciendo:
-¡Veniiiiiiiiiiiiid!!!
-¡ Voooooooooooooy!- chilla Dianna.
Acabamos las tres en el agua y Katie comenta:
- ¿Tu hermano tiene novia?
- Bueno, tenía.
- Ves lo que te decía, Hayley- dice Dianna riendo.
-¿Que sobre que hablabais?-
- Sobre tu éxito con los tíos-.
- Jajajaj ya lo veo.
- Que vaaaa, solo unos cuantos.
- O unos muchos- dice Jess.
- Sisi, vosotras seguro que os los guardáis por ahí.- comenta Katie.
- Yo seguro ajajajajaja- dice.
-Bueno las cosas llegan cuando menos esperas...
- En tu caso las buscas y casi cada semana.
- Bueno para mí no tiene importancia, lo que quiero es evitar a tíos que me rompan el corazón como hizo Kevin.
-¿Quién es Kevin?
-Fue el chico del que me enamoré, ¿sabes?
Y me cuenta toda la historia que pasó entre ellos dos. Y entretanto se nos pasa la tarde. Jess y Katie se tienen que ir, y cuando lo hacen, me voy hacia Angelo que está mirando la tele.
-¿Tu qué con Katie?
-¿Yo? Nada, que está buena.
-Cuidado con lo que haces, hermanito. Estará conmigo todo el año así que contrólate.
-¿Y si se lanza ella?
-Eso ya es otra cosa.
-No me digas lo que tengo que hacer.
-No lo estoy haciendo. Simplemente sé consecuente de tus actos. ¿Dónde está Maxi?
-En su cuarto. Lo he ido a buscar. Mamá y papá llegarán tarde, por cierto.
-Vale.
La verdad es que no tengo ganas de cenar pero me obligo a comerme un melocotón y me voy al cuarto, donde me ducho, me pongo mi pijama y me tiro a la cama a escuchar música hasta que mis párpados se cierran.

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