domingo, 20 de febrero de 2011

3. Hayley: Encuentro.

Las veía hablar con mucho entusiasmo, y me volvió a salir una sonrisa. Decidí ir a por algo en la barra para hacer tiempo, así que fui hacia la barra; pasé por delante de ellas y una me observó atentamente. Al llegar a la barra, me las quedé mirando. Susurraban algo por lo bajo y me miraban de reojo.
-Bueno, ¿qué quieres?
Me giré bruscamente. Un chico rubio, bastante guapo me estaba mirando. Vi que se llamaba Colin.
-Bueno, Colin, quiero una Fanta de naranja sin hielo.
-Voy.-Se quedó un rato mirando a las dos chicas de la mesa-
-Perdona, ¿sabes por casualidad quién son esas chicas de allí?
-No, lo siento. Toma, aquí tienes-me dijo con una sonrisa en la cara-1,75, por favor. Pero la de la camiseta de tirantes…
-¿Qué?
-No, nada.
-Ah, bueno.
Pago la Fanta y vuelvo a buscar sitio. Al pasar por delante de ellas otra vez, una me paró cogiéndome del brazo.
-¡Dios mio! ¿és ese un bolso de Gucci de edición limitada 2010 con tan solo 200 existencias en el mundo?- me dijo emocionada y me miró con una sonrisa en la cara.
Me quedé parada. Le sonreí al responder:
-Sí, sí que lo es. Mi madre me lo consiguió hace un tiempo.
-¡Me encantaaaa!
-Bueno, mi madre tiene contactos. Por cierto, ¿vais al instituto di Brera?
-Sí, ¿Por qué?-Salta la chica de los tirantes; había estado callada todo el rato.
-Creo que os he visto este mediodía- y les describí como iban vestidas al mediodía y les conté que yo también iba a ir.
Un camarero que pasaba rápido por allí chocó conmigo, y me dijo:
-Perdone, pero está usted en medio.
-Perdone, pero déjeme en paz, ¿quiere?-le suelto.
El camarero se fue a regañadientes.
-Ven, siéntate.
-¿Seguro? ¿No molesto?
-No, no, al contrario.-me dijo la del bolso-Soy Dianna.
Dejé el bolso en la silla que sobraba, y me senté dejando la Fanta en la mesa.
-Encantada, yo soy Hayley.
-Yo soy Katie.
-Encantada también, Katie.
-Pobre camarero, ¿no crees?-me dice Dianna.
-A mí me da igual. No era el rubio ese que hay en la barra.
Katie vuelve en sí.
-¿El rubio?-me mira.
-Sí, no paraba de mirar hacia aquí, y he preguntado por vosotras porque no paraba de miraros… Cuando iba a pagar, ha dicho no se que de la chica de los tirantes, y creo que eres tú la chica.
-¿Y luego que ha dicho?
-Nada, se ha callado y me ha cobrado la Fanta. Es guapo. Bueno, acabo de llegar a la ciudad, así que podéis contarme un poco sobre Milán.
-Por supuesto
Jessica empezó a describirme sitios de Milán. Al principio, le seguía el hilo muy interesada, pero al ver de reojo a la que se llamaba Katie me despistaba; no paraba de hacer gestos raros, hasta que vi que se los hacía al chico de la barra. Me cayó bien desde el principio Dianna; era simpática, agradable y muy habladora; parecía conocer Milán como la palma de su mano. En cambio Katie, parecía su polo opuesto; más sencilla, independiente, pero también parecía divertida y se lo estaba pasando bomba haciendo gestos al camarero llamado Colin. Y me sorprendió mucho que siendo tan diferentes fueran tan amigas. Me gustó mucho la idea.
-...y un buen sitio para ir a comprar es Corso Vittorio Emanuele con Piazza San Babila, ¿no Katie?
-¿Qué? Sí, sí...
-¡Qué nombre más largo! Bueno pues ya me pasaré por allí. Espero que haya marcas como Gucci...
-¡Pues claro que sí!
Me empiezó a sonar el teléfono, con la canción de Bumpy ride, de Mohombi. Contesté a la primera, mientras Dianna y Katie hablaban de algo.
-¿Sí?
-Mamá dice que dónde estás-es Ángelo, con mal humor-dice que vengas.
-¿Y por qué me llamas tú?
-Porque ha vuelto a perder el móvil, y además ¿tienes algun problema si te llamo yo?
-Sí, muchíssimos.
-Déjame, ¿quieres? no me toques los...
Ya había colgado. Miré la hora; las doce.
-Perdonad pero es que me tengo que ir, que mi madre me mata. ¿Sabéis por casualidad dónde esta la calle Via Corso di Génova?
-Por supuesto,-.me dijo Katie.
Me dieron las indicaciones y me despedí de ellas con un par de besos en la mejilla.
-Mañana nos vemos, ¿no?
-Sí, hasta mañana.
-Adiós.
Me fui hacia la puerta. Me giré para verlas y despedirme por última vez pero cuando lo hice ya estaban hablando de algo.
Al llegar a casa, mi madre me preguntó que había estado haciéndo.
-Nada, vaguear.
-De acuerdo, buenas noches. Tu padre y tus hermanos ya están en la cama.
-¿Y tu?
-Estoy buscando mi telefono.
-¿No te lo habrás dejado en otro bolso?
-¡Pues claro! Esta mañana me lo he cambiado... Gracias, cariño.
-De nada, buenas noches.
Al subir, me topé con mi hermano mayor.
-Cuando te he llamado, parecía que estuvieras en un bar o algo así.
-Sí, y ¿qué?
-Nada.
-Pareces tonto.
-Y tu tambien.
-Pero lo tuyo es un problema muy grave. Lo mío no.
-Vigila lo que dices, y lo que haces... se me pueden escapar varias cosas de ti a papá y a mamá.
-Yo también lo puedo hacer.
-Yo sólo te aviso, niñata.
-Subnormal.
Se empezaron a oír pasos en las escaleras. Venía mamá. Nos hicimos una mirada amenazadora antes de entrar de puntillas en nuestras respectivas habitaciones.



viernes, 11 de febrero de 2011

2. Hayley: Traslado.

La casa dónde íbamos a vivir, era más grande que la de Nápoles. Sólo llegar a la calle Vía Corso de Génova, vi que todas las casas eran iguales, de color blanco y la fachada oscura; tenían grandes ventanales, y grandes puertas. Nuestra casa era la número 12. Un gran jardín vallado nos daba la bienvenida, con sus flores bien cortadas y sus árboles fruteros que se veían entre los trozos de la valla, y eso me hizo pensar que la calle tenía un jardinero propio, con llaves, que te cuidaba las flores y los árboles de la casa. Vi de reojo como el camión de mudanzas, que llevaba algunas maletas, papeles de papá, cuatro muebles, mi Vespa de color azul de edición limitada y la moto de Ángelo, aparcaba detrás de nuestro coche. Al parar el motor, bajé la primera, y me arreglé el vestido de flores con las botas de tacón marrón que había decidido ponerme esa mañana. Cogí mi bolso a conjunto con las botas, y me dirigí a la casa. Maxi vino detrás de mí.
-Es enorme, ¿eh?
-Sí-me contestó- ¡yo quiero la habitación del desván!
Se fue corriendo a mamá a decírselo otra vez.
-No. Ahí pondremos la sala de juegos y la lavadora y la secadora…
-Pero yo quería…
-Aún tienes ocho años. De momento, mando yo hasta que te vayas de casa. Tú dormirás en la habitación de delante de tu hermano.-le enseñó los planos de la casa que había llevado entre las manos todo el viaje, señalando dónde estaba su habitación.
Mi padre, cerró el coche, y se sacó del bolsillo las llaves de la casa, y nos dio las copias a Ángelo, a mí y a mamá. Luego, se fue a la puerta y abrió la que daba al jardín. A pasar, pude apreciar que había una mesa con sus 6 respectivas sillas barnizadas. En ese momento, el sol estaba al otro lado de la casa.
-Ése ventanal, es de nuestro dormitorio.-todos miramos hacia arriba. Las persiana estaba bajada- y el de al lado, es el tuyo, Maxi.
La puerta de entrada de la casa estaba a la derecha, y a la izquierda de ésta, había otra ventana. Mi padre respondió a mi duda señalando hacia allí:
-Ése es mi despacho.
Al entrar en la casa, había una entrada ya amueblada con una mesa antigua y una planta, y cuatro cosas más con una puerta al lado derecho que estaba entreabierta.
-Esta puerta es un armario para colgar los abrigos cuando lleguemos. Ahora no hará mucha falta pero cuando llegue el frío, será muy cómodo.
La puerta del lado izquierdo supuse que llevaría al despacho de papá. Cuando salimos de la entrada, entramos en la sala de estar. Tenía un aire todo de antiguo con un toque moderno. Era muy grande, con un gran sofá dónde te podías estirar y Maxi no tardó en hacerlo. Había una gran televisión de plasma de unas 60 o 70 pulgadas. Todo el suelo era de parquet. En un pequeño rincón había una puerta que debía ser el baño, y cerca de ésta, otra puerta que ponía:”garaje”. Al fondo de todo, había una puerta de cristal corredera que dejaba pasar todo el sol de mediodía. Al acercarme, vi una amplia cocina y una gran mesa para comer. Detrás de la puerta, vi una piscina, sillas para tomar el sol, una sombrilla…y todo el suelo recubierto de hierba verde y bien cuidada. A la izquierda de todo del salón, había las escaleras que llevaban al piso de arriba.
-Hayley, tu habitación es la del fondo del pasillo, y Ángelo, la tuya la de la derecha.-dijo mi madre.
Así que subí las escaleras, y pasé por las habitaciones. La primera a la izquierda, era el baño de Maxi y Ángelo. Después, más adelante, y también a la izquierda, estaba la habitación de mi hermano pequeño, y al lado, el dormitorio de mis padres. Delante de éste, el baño que les tocaba a ellos. Al lado de éste baño, estaba la habitación de Ángelo, y, al fondo de todo, mi habitación, con mi baño al lado. Al entrar, me quedé fascinada. Todo era luz que venía de un ventanal enorme con unas simples cortinas (las persianas estaban subidas). Pero ese ventanal salía fuera de la casa casi. Era en forma de medio círculo, con un sofá en el que echarse a mirar la puesta del sol al atardecer. Mi cama era de matrimonio: un sueño que en Nápoles no había conseguido nunca. Un gran escritorio vacío y listo para ser llenado de papeles, mi ordenador y mi impresora estaba a un lado del ventanal. Los colores eran suaves en aquella habitación, con tonos grises claros y blancos, todo amueblado como quería del catálogo del IKEA. Y, cómo no, al otro lado de la cama, en la pared, había dos puertas juntas correderas. Cuando las abrí, sonreí. Era mi armario. Era un pasadizo lleno de colgadores para la ropa y estanterías, y al final de todo, un sitio para poner todos mis zapatos, y otro estante para mis joyas y accesorios. Además, estaba todo lleno de espejos y luces. Oí un ruido fuera. Era Maxi.
-Mamá dice que vayas a por tus maletas.
-Te doy 10 euros si me las traes tú.
-Vale.
Y se fue corriendo a por mis grandes, pesadas y cargadas maletas. Cuando acabó, estaba exhausto, pero sonrió cuando le di su recompensa. Al irse, entró mi madre, Isabella.
-¿Qué te parece, cariño?
-Es preciosa. Gracias, mamá.
-De nada. Estoy abajo, por si quieres algo. Vamos a pedir una pizza.
-Vale, gracias.
Y me dejó sola. Miré mis 6 maletas. Miré mi armario. Había mucho por hacer.
El deshacer las maletas me llevó toda la tarde. Ni siquiera comí la pizza que habíamos pedido. Como no tenía nada que hacer, decidí hacer una vuelta por ahí. Me fui a mi armario, lleno de ropa, zapatos y complementos;  me decanté por algo plano en cuanto a zapatos. Me puse mi camiseta de tirantes gris con un corazón, unos shorts y un pañuelo gino en el cuello, y mis converse altas negras. De pulseras, me puse una de tachuelas de Diesel.  Me dejé el pelo medio rizado tal y como estaba. Luego, fui a los bolsos; cogí uno de mis favoritos: uno gris, que se podía colgar o llevar a la mano, con algún detalle. No me gustaban los demás bolsos de Gucci y mi madre acertó al conseguirme este bolso de edición limitada de Gucci con tan solo 200 existencias en el mundo, edición 2010. Puse todas las cosas en el bolso. En el lavabo me pinté la raya de abajo y me puse algo de base. Bajé por las escaleras con rapidez y dije:
-Voy a dar una vuelta. Vuelvo enseguida.
-Vale pero no…
Ya había cerrado la puerta. Empecé a andar…Milán se parecía bastante a Nápoles. Solo se diferenciaban en que una no tenía mar. Vagué por las calles hasta que me cansé, y busqué un bar donde parar a tomar algo. Y lo encontré: Starbucks. Era acogedor, así que entré. Miré en todas partes en busca de algún sitio libre; y no lo había. Fui dando vueltas hasta que, después de haber visto las mismas caras 6 veces, 2 caras en concreto me llamaron la atención. Eran dos chicas, bien vestidas a mi gusto, que tenían un cierto parecido a las que había visto éste mediodía. Las miré un rato más. En efecto, eran ellas.

2. Dianna: Afición por Vintage

La profesora Coratella escribe una ecuación que parece muy complicada. Esta emocionada explicándonos su significado que tiene y cómo se resuelve (siempre es así). Yo sólo veo números desordenados y sin sentido. Mi aburrimiento es tan grande que empiezo a coger sueño y mis ojos empiezan a cerrarse. Entonces suena el despertador. Bueno, es lo que a mi me parece pero al ver que una multitud de adolescentes empiezan a levantarse de sus sillas despierto y me doy cuenta de que ha sonado el timbre. Reacciono rápido y cojo mi bolso y los libros. Salgo y me dirijo a mi taquilla. Dejo los libros y veo que la sombra de ojos se ha medio quitado. Decido retocarmelo. Suerte que tengo un espejo al fondo de la taquilla.
-Jess!- oigo la voz de Katie detrás mio
-¿Qué tal?- le pregunto
-Bien, bien- dice.- ¿Tu?
-Muy bien!
Me retoco la raya y oigo cómo se me cae algo. Creo que es mi brillo de labios rojo-Ten, se te ha caído.
-Gracias-contesto.
Me pinto los labios y me giro hacia ella. Esta colocando los libros en su taquilla-Oye, ¿quieres quedar esta noche para tomar algo?- le pregunto.
-Vale, ¿después de cenar te va bien?-me dice
Me dispongo a responderle pero suena mi bb. Es Ginevra. Le hago una seña con el dedo a Katie y esta asiente. Contesto
 -¿Si?
 - ¡Tia! ¿sabes que he conseguido entradas para el pase de modelo otoño-invierno de Valentino para este sábado?
 -¡Dios mio! ¿Al final tu madre ha podido conseguirlas? Es genial. ¿Oye y porque no has ido al insti?   -Nada, que acabo de llegar de París, el vuelo se ha retrasado... - me responde.
 - Bueno mañana me cuentas cómo ha ido tu viaje.
 -Vale, ok. Nos vemos, besos
 - Bien. Un beso enorme- y cuelgo
Por fin. Por fin veré en directo la nueva colección de uno de mis ídolos de la moda: Gucci. Aun en las nubes vuelvo a la conversión:
-¿Por donde íbamos?- me pregunta.
-Ya no me acuerdo.
-¿A que hora quedamos esta noche?
-A las once en Starbucks?
-Vale, allí nos vemos. Me voy que tengo que hacer cosas. ¡Hasta luego!- se despide de mi y se va en la dirección al centro. 

Yo también voy al centro, pero en otra dirección. Tengo que ir a comprar un regalo a mi madre. Pronto será su cumpleaños. Voy paseando hasta encontrar una tienda de Prada, la favorita de mi madre. Me dirijo a entrar cuando suena la bb. Es un mensaje de mi padre: "Ves a buscar a tu hermana a la escuela, yo no podré" Siempre igual. Porqué no va su chófer, a claro está de vacaciones. 
Doy media vuelta y empiezo a andar en dirección la escuela de mi hermana. Me pongo mis rayban clubmaster negras, y busco en el bolso un chicle o un caramelo. Nada. Miro mi bb, veintidós mensajes nuevos en el chat de la Black Berry. Voy diciendo hola a unos cuantos pero no doy abasto. Sólo entablo conversación con Gin para hablar sobre el fantástico evento de este sábado, va a ser una noche inolvidable. Sin darme cuenta ya he llegado a la escuela de mi hermana. Y allí está, con su pelo rubio y su vestido de Prada. Mi madre y su obsesión con prada... Viene corriendo a mi pero cómo siempre ni me abraza. Ella es así. Entonces le pregunto:
 - Que Bianca, ¿cómo ha ido el cole?
 -¡Bien! La verdad es que ha sido divertido, hemos ido de excursión al Duomo. Me lo he pasado muy bien.
 -Oh me alegro- le sonrío.
Sin decirnos nada más cambiamos de dirección y nos vamos a casa. Durante el camino me cuenta cómo ha sido la excursión y cómo de fantastico es vestido de Valentino que ha llevado su amiga Àgata. Me río, me hace gracia que casi sabe más de moda que yo y sólo tiene nueve años. Llegamos a casa. Cruzamos el jardín pero no podemos entrar en casa, me he dejado las llaves. Rodeamos la casa, pasamos la piscina que hay junto a una mesa de jardín y una hamaca colgada entre dos arboles. Y llegamos a la puerta trasera. Dentro de una maceta hay escondidas las llaves de esta puerta, entramos y Bianca va corriendo a su habitación a hacer los deberes para que cuando llegue mamá le deje ver los dibujos animados del canal Rai Due... La verdad, si pudiera, se estaría toda la tarde viendo la televisión. 
Voy al comedor a ver si mi padre ya ha llegado, pero está Evan, limpiando. Pobre, tiene mucho trabajo, mi casa es enorme pero está muy bien decorada. Fue decorada por un diseñador muy bueno, mi madre tiene contactos. Tiene tres plantas. Para empezar el comedor es enorme, tiene un gran ventanal que ilumina toda la habitación y que ocupa una pared entera. Da a la piscina. Está amueblado con muebles blancos de madera pulidos. Al lado del ventanal hay un sofá de cuero blanco  y colgado en la pared una televisión de sesenta y cinco pulgadas. Hay una gran chimenea con dos butacas opuestas a esta. También hay una mesa alargada dónde comemos los sábados y domingos. Tiene una gran librería con los libros de mis padres y algunos míos y de mi hermana. Y hay dos balancines para sentarse a leer. Las paredes son de color verde turquesa y el suelo es de moqueta beige. Al lado de esta habitación hay una cocina, bastante grande, con otra mesa para comer los días de cada día. Y continua a la cocina hay un baño con un jacuzzi.
 Subo las escaleras de caracol de vidrio y atravieso el largo pasillo. Paso por la habitación de mis padres que está puesta a la de mi hermana. Arrimo a la oreja, silencio. Abro y veo que se ha dormido. Pobre, está cansada de la excursión, ya hará los deberes con mi madre. Tiene la televisión encendida. Anda que... menudos deberes. Se la apago y salgo sin hacer ruido. Paso por la habitación dónde tengo la piscina climatizada con hidromasaje. Des de la puerta de cristal que me separa de esa habitación puedo ver las escaleras que llevan al gimnasio, en el tercer piso. Paso de largo y después de pasar por una habitación de invitados con a mi dormitorio. Entro. Para mi es la mejor habitación de la casa. Tiene lavabo propio con una ducha con hidromasajes y un jacuzzi. Es de nivel partido. La mitad de la habitación és donde tengo el escritorio con mi ordenador, una librería con los libros que no caben a la del salón y un sofá en frente de la televisión de cuarenta pulgadas. Tengo un baúl dónde guardo las cosas más importantes para mi, cómo un álbum de fotos, dedicatorias de mis amigas,...Hay una puerta de cristal que da a mi fantástico armario. Es una habitación. Dentro, tengo una zona para los vestidos de fiesta, otra para las blusas y jerseis de día a día, otra para los zapatos, otra para los bolsos...Mi vestuario es normalmente vintage, y a veces retro. El caso es que a la mitad de la habitación hay cuatro escalones que te llevan a otro nivel dónde tengo la cama, de matrimonio, por supuesto, con unas sabanas de colorines. La cama está arrimada a la pared opuesta a un gran ventanal que está situado encima del ventanal del comedor. Mi habitación está cubierta por una moqueta blanca y las paredes están pintadas de un color azul pastel. Evan ha dejado mi habitación impecable, la verdad, no se que haría sin ella.
Voy a mi escritorio y cojo un libro que hay en una estantería . Me tumbo en el sofá y me pongo a leer. 
Sin darme cuenta van pasando las horas. Y me doy cuenta de que en media hora he quedado con Katie. Entro en el armario y me dirijo a elegir la ropa. Un vestido, mm no... Decido ponerme un conjunto estilo marinero: una camiseta de tirantes roja, unos shorts altos de tiro de rayas blancas y negras. Me pongo unas unos zapatos de charol rojos. Me pongo una boina negra de cachemir.  En el lavabo me retoco otra vez el maquillaje y cojo un bolso azul marino. Me pongo un colgante en forma de ancla, regalo de mi abuela en mi ultimo cumpleaños. Cojo mi bb y mi monedero. Voy a la habitación de mi hermana y me despido de ella.
-Pronto llegará papá, no abras a nadie, tiene llaves- espero que no me riñan por dejarla sola.
Bajo las escaleras de caracol y salgo de casa. En ese momento llega mi padre. Mi madre va con él, la habrá recogido del trabajo. Los abrazo. Mi madre me dice:
 -¿Dónde vas tan guapa?- sonríe 
 -Nada que he quedado con Katie en Starbucks.
 -¿Te llevo?- dice mi padre
 -¡Gracias papi!
Entro en su mercedes y veo como el coche, ya en marcha, empieza a moverse en dirección al centro.  

sábado, 5 de febrero de 2011

1. Hayley: Nostalgia.

Milán. Cuando oí el nombre dentro del coche me sobresalté. Allí es dónde íbamos; aún no entendía por qué teníamos que mudarnos allí. Bueno, en verdad sí que lo sabía: por el trabajo nuevo de mi padre. Le habían asignado esa ciudad para hacer los negocios de la empresa para la que trabajaba. Parte de mí quería empezar en un sitio nuevo, pero había otra que estaba asustada por el hecho. Yo era de Nápoles, un lugar costero, lleno de gente, caluroso en verano y frío en invierno. Había dejado allí a todos mis amigos, aunque los que realmente me importaban se podían contar con los dedos. Milán, en cambio, estaba en el centro de Italia. Eso no me gustaba porque a mí me encantaba el mar. Ir a la playa desde Milán iba a ser más complicado. En Nápoles, mi casa estaba delante de la playa; en verano, bajaba las escaleras traseras de mi casa con mi bolso y mi toalla, y ya estaba allí. Para cuando volvía de ella, tenía una ducha nada más entrar en la terraza trasera, así no manchaba nada.
Al entrar en la ciudad, hasta las calles más lejanas estaban a rebosar de gente que a mediodía acababa su jornada laboral matutina. Saqué mi bb del bolsillo, con su funda verde pistacho, y miré la hora. Eran las 12:31 del mediodía. La calle donde nos íbamos a instalar, se llamaba Via Corso de Génova, aunque no tenía muy claro qué número era. Hoy, en teoría empezaba las clases en el colegio nuevo, Instituto di Brera, y aunque mi madre me hubiera dejado los papeles del colegio en mi mesita de noche, no me los había ni mirado. Tenía a mi hermano mayor al lado, cabreado con mis padres por el traslado; había tenido que dejar a su novia de Nápoles, y se había pasado todo el viaje callado. De golpe saltó:
-¿No hemos llegado ya?-dijo a regañadientes-estoy harto del coche, joder.
-Ángelo, compórtate y cállate-dijo mi padre.
-No.
-¿Qué parte de que te calles no has entendido?- le espeto.
Ángelo y yo no teníamos mucha diferencia de edad; apenas un año, pero eso hacía que Ángelo se sintiera mayor que yo. Siempre discutíamos por todo, pero es que no lo soportaba. Iba de listo y guapo, y más de una amiga mía se había llevado un disgusto con él. Ángelo era guapo. Era el típico rubio de ojos claros con un buen cuerpo. Jugaba al rugby en la escuela a la que íbamos antes. Era un chico perfecto. Pero se lo creía demasiado a veces.
-A mí no me hables así.
-Ángelo y Hayley, callaos los dos, que despertaréis a Maxi.
Maxi, era como llamábamos a nuestro hermano pequeño, de 8 años, que se había quedado dormido después del largo trayecto, aunque su nombre completo era Massimiliano. Maxi, no se parecía a mi hermano mayor. Era morenito tirando a rubio ceniza, con algún mechón rubio. Tenía el pelo corto, pero se había encaprichado en dejárselo largo por detrás.
Pasó un rato, y mi padre nos dijo que tenía que ir al despacho dónde trabajaba, a dejar cuatro cosas.
-Así, pasaremos por el colegio dónde haréis bachiller. ¡El Instituto di Brera!
-Será fantástico, y es el mejor colegio de Milán.
-Genial- dije.
Ángelo permaneció callado.
Mi padre se estuvo en ése despacho más de hora y media. Nos asamos dentro del coche al principio ya que mi madre no sabía cómo poner el aire acondicionado de ése coche. Acabamos a gritos y despertamos a Maxi, cosa que no le gustó mucho. Luego, éste apretó el botón del aire correcto, ya que había visto a papá hacerlo y todos nos alegramos bastante por dentro de que corriera el aire. Vino al coche mi padre con unos cuantos papeles que dio a mi madre, encendió el coche y fuimos a nuestro instituto. Volví a sacar mi Blackberry para consultar la hora: las 2. En ésos momentos estarían saliendo todos los estudiantes. Al llegar, vimos que era un instituto enorme con muchísimos estudiantes saliendo de él. Había de todo: jugadores de fútbol, de básquet, chicas con papeles en los brazos y bolsos (y con sus bb)...gente de todo tipo. Pero lo que me llamó la atención de verdad, eran dos chicas que iban de las últimas, una con una blusa blanca, unas mayas tejanas y unos botines, y la otra iba con unas medias negras y una falda tejana. Llevaba unas botas Ugg. Pude apreciar con dificultad que la de la blusa llevaba un bolso de Gucci. Me sorprendió, y esbocé una sonrisa.
-Mamá, ¿cuándo iremos de compras?-me miré la ropa que llevaba.
-Pero hija, ¡si tienes 6 maletas llenas de ropa! ¡Y encima son de las grandes! Ni siquiera cabía una en el coche y las llevan todas en el camión de traslados.
-Tengo mucha ropa para cada época del año, y me prometiste la habitación del armario grande, ¿lo recuerdas?
-Sí cariño, sí.
En Nápoles, tenía una habitación bastante pequeñita, y para escoger mi ropa tenía que subir al desván dónde guardaba toda mi ropa. Ángelo hizo una mueca y dijo por lo bajo algo sobre mí que no llegué a escuchar.
-Tú, sea lo que sea lo que estás diciendo, cállate la boca.
No me importaba en absoluto lo que pensara Ángelo; me iba a quedar la habitación del armario grande igualmente.

viernes, 4 de febrero de 2011

1. Dianna: Reencuentro.

La alarma me despierta bruscamente. Aun son las seis y media de la mañana. Maldita sea, ¿cómo es que tengo una alarma a esta hora? La apago con mal humor y me meto otra vez en la cama. Estoy media hora con los ojos cerrados dando vueltas. A las siete me levanto, aun adormecida y me dirijo al baño. Me ducho y aun con el pelo húmedo me dirijo al armario a elegir la ropa. Cómo siempre, me estoy un buen rato para elegir que me pondré y más el primer día de curso. Decido ponerme una camisa de flores naranjas y verdes, una falda beige y unas sandalias marrones. Me seco el pelo dejandolo aun un poco húmedo y me dispongo a maquillarme sin tener en cuenta la prohibición de mi padre. ¿Que mas le da si me maquillo o no? Me pongo sombra negra cómo de costumbre y me marco la raya. Miro el reloj: Las siete y media. Bajo a la cocina y me hago unas tostadas con nutella. Mmmm, que ricas. Me tomo un vaso de leche y subo a buscar la mochila con mis cosas.  Me despido de mi madre, mi padre ya se ha ido a trabajar y salgo a la calle.
¡Mierda, me he dejado la bb! Doy media vuelta y entro en casa. Subo a mi habitación y la busco. ¿Donde estará? Ayer dejé mi cuarto más desordenado que nunca, si lo viera mi madre... Busco en el escritorio Aparto todos los libros de estudio y todos los trastos que ayer no me digné ni a colocar. No está. Busco entre el montón de ropa que hay en el armario escondido. Tampoco. Pues claro, debajo de la cama. Efectivamente allí está, debajo de unas medias blancas. Cojo mi bb y entro en el armario en busca de un bolso. Decido coger el bolso beige de Marc Jacobs . Meto la bb y vuelvo a bajar. Envío un mensaje a Katie mientras me dirijo a la parada: Ns vmos n l parada dl bus . Rebusco en el bolso para ver si tengo el ipod. ¡Pues si! La saco. Está algo rayada, debería comprarme una funda. Me dispongo a escuchar música pero en vez de ver el menú de inicio veo un mensaje: Sin batería. ¡Pues que bien!
Que bonito es Milán, normalmente ni me fijo, pero cuando no tienes nada más que hacer, estás más atenta a lo que te rodea. Y sin darte cuenta, ya has llegado a tu destino. Me siento en un banco y me limito a esperar. He llegado la primera. No hay nadie más. Miro mi bb, son las ocho menos diez. Veo que Katie está conectada y me ha repondido: vale!!! xx. Cojo la bb y miro las nuevas notificaciones del facebook y sin darme cuenta veo que en poco tiempo esa desierta parada se ha convertido en una concentración de adolescentes esperando impacientes el autobús. Pero alguien me saluda y empieza a correr hacia mi con los brazos abiertos. Katie. Veo que corre hacia mi para abrazarme y la imito para poder corresponderla.
  - Diannaaaaaaaaaaaa- me dice abrazándome.
  - kaaaaaaaaatiee- respondo con una amplia sonrisa.
El autobús viene. Subimos a él y nos dirigimos a los dos primeros asientos libres que encontramos.
  - ¿Que tal?- le pregunto
  - ¡Mal! No tengo muchas ganas de volver con la rutina de siempre. Cómo estás tu?
  - ¡Bien! Aunque prefiera estar de vacaciones me hace ilusión empezar el bachiller. El problema es que esta ilusión sólo me durará dos días.
  - ¿Y que tal el verano? ¿Te lo has pasado bien en Nueva York?
  - - Ha estado bien cuando no tenia reuniones familiares... Es un rollo estar en la élite de Nueva York. Pero me ha gustado ver a mi abuela. Y he visto cada tio...
Mi madre una diseñadora de moda italiana y conoció a mi padre, que era de la élite de Nueva York  cuando se encargó de dirigir la campaña publicitaria de su marca de moda (es director de una agencia publicitaria). Por eso tengo familia estadounidense.
  - ¡Mola! Pues yo he estado en Hawaii
  - ¿Ostia es verdad, y que tal?
  - Playa, sol, tíos buenos,...
  - Ya me imagino...
Llegamos al instituto. Nos bajamos del autobús y entramos. Miramos el horario de clases. Nos toca filosofía. Nos dirigimos a la clase y una vez allí empieza una larga, aburrida y pesada introducción del curso.